México. ¿Es significativa la diferencia de votos del 2 de julio? Científica: Dra. Mayra de la Torre Martínez, CIAD, C.C.Ciencias
Miercoles 30 de Agosto de 2006 | Hora de publicación: 01:30
Ciudad de México, diario La Crónica de Hoy
Por: Mayra de la Torre | Miercoles 30 de Agosto de 2006 | Hora de publicación: 01:30 |
Los que trabajamos en investigación experimental nos enfrentamos cotidianamente al reto de lograr que nuestros experimentos sean reproducibles y a determinar el error experimental, para que cuando hacemos un cambio, sepamos si hay o no una respuesta. Como regla repetimos por lo menos tres veces cada experimento y si hay diferencias aumentamos el número de repeticiones para saber cuál es el error experimental y determinar si las diferencias son o no significativas, es decir, si realmente existe una diferencia. Dado el resultado tan cerrado de la elección presidencial del pasado 2 de julio, me permito hacer un análisis en torno al margen de error del proceso electoral y a si la diferencia presuntiva de votos de alrededor de 240,000 —mientras no se tenga otra cifra— es significativa o no, dentro del margen de error.
Para que no me malentiendan los lectores, aclaro primero, que estoy plenamente consciente de que las elecciones no son un experimento. Tampoco pienso que el proceso se debe repetir como mínimo tres veces. Esta aclaración la hago porque un amigo mío que leyó una versión preliminar de esta nota se indignó con la analogía, creyó que ya estaba yo delirando o que andaba en las nubes de mi mundo de ciencia. Simplemente quiero enfocar el análisis desde el punto de vista de una científica que ha pasado toda su vida entre márgenes de error y diferencias significativas.
Para hacer el análisis es necesario conocer ¿cuál es el margen de error del proceso electoral? Luis Carlos Ugalde informó el 2 de julio, que el grupo de expertos científicos de reconocido prestigio, utilizando los datos disponibles de cerca de 7 mil casillas distribuidas a lo largo y ancho del territorio nacional, había concluido que era imposible predecir quién resultaría ganador. Ya que comparto con estos científicos la deformación profesional, infiero que lo que se lee entre líneas es que no había una diferencia significativa entre los dos punteros. Pero seguimos sin saber cuál debería ser la diferencia de votos entre ambos para que la diferencia fuera mayor que el margen de error del procedimiento de votación-conteo de votos-llenado de actas y captura de los datos. He discutido estas reflexiones con mis colegas, en particular con Gustavo Viniegra quien me sugirió escribir sobre el tema, porque no hemos encontrado ningún dato numérico al respecto.
La información sobre el margen de error del proceso electoral, la debe tener el Instituto Federal Electoral. Como parte de la transparencia sería importante que hiciera pública esta información para que los ciudadanos tengamos más datos para hacer análisis que contribuyan a la certidumbre o a la incertidumbre de los resultados del tan controvertido proceso electoral. Ante la falta de datos, es válido hacer ciertas consideraciones para estimar el margen de error. Podemos partir del número de casillas impugnadas y para tratar de acotar el error a un valor mínimo, considerar aquellas casillas, en las que el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación dictaminó que se realizara un recuento de votos, a saber, 11 mil 839 casillas que constituyen el 9.07 por ciento de las que se instalaron el 2 de julio, por lo que, consecuentemente, podríamos considerar que el margen de error del proceso es del orden de 9 por ciento, como una aproximación. Estas consideraciones no resultan muy descabelladas ya que en los procesos biológicos un error de hasta el 10 por ciento es muy aceptable. Siguiendo el desarrollo de mi análisis, diré entonces que si la diferencia —no oficial— entre los votos obtenidos por los dos candidatos punteros es cercana al 0.58%, la conclusión es que no hay diferencia, ya que este porcentaje es muy inferior al margen de error del proceso y que, por lo tanto, no hay un candidato ganador. Estamos, según las cifras no oficiales que tanto se han publicado, ante un empate.
Desconozco las implicaciones legales de este empate, pero al igual que muchos mexicanos que quisimos creer en unas elecciones limpias, que espulgamos entre el maremágnum de desinformación para tratar de encontrar cuáles eran las propuestas serias, los planes y los programas de los candidatos, y que acudimos a las urnas, creemos que hay que encontrar una manera para que tengamos la certeza de que quien asuma la Presidencia fue realmente electo por nosotros; que su victoria fue clara, más allá del margen de error del proceso y de otras incertidumbres, es decir, que no llegó al triunfo por lo que, eufemísticamente, quiero denominar como un volado trucado.
Tanto el sistema electoral en nuestro país, como los mexicanos, no estuvimos preparados para unas elecciones tan cerradas, aunque estoy plenamente de acuerdo con Heather Teague en que se debe iniciar una serie de reformas que garanticen que no se vuelvan a presentar situaciones como las ocurridas hoy. Creo que debemos tener una legislación adecuada para recurrir a una segunda vuelta, cuando la diferencia entre los punteros sea menor al margen de error del proceso electoral, especialmente ahora que todo parece indicar que el recuento de las 11 mil 839 casillas no será suficiente para que tengamos certidumbre en cuanto al resultado de las elecciones presidenciales, y más cuando el viernes 18 de agosto sale un nuevo video a la luz pública que incrementa la incertidumbre.
La responsabilidad del Tribunal Electoral es enorme ya que su decisión tiene que ser contundente con bases claras. Tiene que ser inobjetable para que los que creemos en México y lo queremos, más allá de las luchas por el poder, podamos trabajar unidos por un mejor país.
Hay algo que, sin duda, hemos ganado los mexicanos, nos hemos dado cuenta de que somos capaces de unirnos e impugnar lo que creemos justo, de que el pueblo tiene que ser escuchado por sus gobernantes —no sólo haciendo como que sí se le escucha durante las campañas— de que gobernar es una tarea conjunta de gobernados y gobernantes, de que nunca se es ni muy joven, ni muy viejo para estos menesteres. Espero realmente que los gobernantes, los legisladores y el Poder Judicial se percaten de este cambio en el pueblo mexicano y estén a la altura, porque no será algo pasajero e intrascendente y hay evidencias de que se trata de una metástasis que se extiende a lo largo y ancho de nuestro país.
Como científica espero que los científicos seamos escuchados y participemos en la toma de decisiones en distintos niveles, tanto en nuestras entidades federativas, como en el gobierno federal, porque la ciencia y la tecnología son uno de los pilares para el desarrollo industrial, social y económico del país. Sexenio tras sexenio dejamos escapar un tímido grito de que aquí estamos, se nos promete un cambio que no llega, como dice un amigo, resistimos las pasteurizaciones, es decir, que nos aceleren y suban la temperatura para después enfriarnos bruscamente, o de plano nos vamos como emigrantes altamente calificados.
*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC)
*Investigadora del Departamento de Biotecnología, Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. (CIAD)
consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx
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